XVII

En la cría de animales estabulados se sigue una consigna clara y taxativa: los animales ingobernables deben ser sacrificados. No hay excepción. La ingobernabilidad esencial de los individuos anónimos exige un tratamiento similar, aunque con medios menos truculentos, siempre molestos para la proyección pública de la acción política. Es un proceso a medio y largo plazo, donde cada opción representa la eliminación de un número más elevado de posibilidades, y cada solución es inversamente proporcional al espacio de vida, al margen de maniobra restante. El estrangulamiento de las líneas de dispersión de los flujos y la conducción en un único sentido, dirigen a la población de forma paulatina a un bloqueo sistemático de todas las salidas excepto la que permita una mayor gobierno, hasta que no queda más opción que la adaptación a la situación creada, la resignación y la sumisión. El conducto, la guía tutelada adquiere tal fuerza y solidez, que raras veces es necesario defender la posición de poder adquirida, porque el resto ha aprendido a respetarla sin más. En este momento, basta con el control mental, sin recurrir a la fuerza, para la accion de gobierno en todos los ámbitos. El sacrificio de los ingobernables llega así a su plenitud, sobre todo porque este procedimiento de reducción tiene un residuo, crea a su paso una marginalidad excluida, los verdaderos sacrificados, que pagan con su vida el precio del salvoconducto, no tienen nada más con qué pagar.